Webcams e intimidad
El pasado 3 de abril el diario La Vanguardia informaba de la web votamicuerpo.com, lugar donde muchos adolescentes y jóvenes cuelgan fotos de ellos mismos que son comentadas y puntuadas del 1 al 10 por los internautas. Que este tipo de "servicio" es un negocio para el que cualquier publicidad es buena lo deja bien claro el mensaje que aparecía a las pocas horas: "Hola: Debido a la aparición de esta página en diferentes medios de comunicación durante el dia de hoy estamos teniendo problemas en aceptar todas las visitas que nos llegan. Estamos ampliando los servidores y realizando algunos cambios para poder volver lo antes posible (Eso no significa ni que hayamos cerrado ni lo vayamos a hacer, sino todo lo contrario). Disculpen las molestias." El mencionado diario decía que webs como esta son una manifestación preocupante de la forma que toma entre adolescentes y jóvenes el "culto al cuerpo" que tanto se practica en nuestra sociedad. Yo añadiría que también es una manifestación de la promoción económica de este culto. Con poca inversión y todavía menos escrúpulos se pueden montar empresas que prosperan en base a la manipulación y la explotación de la intimidad de las personas, y muy especialmente de la de jóvenes y adolescentes.
Basta con una observación superficial de la red para constatar la gran expansión de estos negocios. Es importante remarcar que su impacto va mucho más allá de lo que se puede considerar "culto al cuerpo" y que implica plenamente el ámbito formativo. Estas webs pueden incidir muy negativamente en el desarrollo de los adolescentes: estimulan una fijación desproporcionada por la apariencia personal, hacen que el propio cuerpo se ponga en el centro de la personalidad e inducen a que chicas y chicos se presenten meramente como potenciales objetos sexuales, con exclusión de cualquier otra característica.
Este fenómeno ha llegado en muy poco tiempo, casi de golpe, por el efecto combinado de Internet y de las webcams. Estas herramientas permiten grabar fotos y vídeos y subirlos a un servidor, desde el cual son visionados o descargados. El paso intermedio por un servidor hace que en principio sea posible un cierto control si el proveedor del servicio tiene criterios al respecto y los aplica poniendo los medios necesarios. Sin embargo no parece que este sea el caso habitual. Otra manera de proceder es emitir en directo, sin ningún tipo de filtrado, cosa que muchos adolescentes hacen habitualmente desde la intimidad de sus dormitorios. El desconocimiento de los padres de esta realidad es muy grande y la inmensa mayoría ni se imagina que al alcance de sus hijos pueda haber servidores de videochats cara a cara y en directo, sin ningún tipo de controles. Menos todavía se imaginan que puedan ser usuarios habituales de los mismos.
La tecnología ha puesto al alcance de los menores de edad el acceso a entornos de alto riesgo que toman la forma de comunidades virtuales donde todo el mundo transacciona intimidades. En los videochats no es nada extraño que un actor pida al otro que se quite la ropa y que el lenguaje combine incitación, adulación, dominación y vejación. También existe el peligro de ir más allá: el salto que hay de hacer poses y exhibirse ante la webcam a ser subministrador del propio cuerpo es ciertamente muy grande pero no imposible de dar. No faltan ejemplos de las malas consecuencias que para algunos adolescentes han tenido las incitaciones y exigencias de ciertos visitantes habituales de estos lugares, entre los que no faltan depredadores sexuales.
El uso de las webcams por parte de los adolescentes es sobre todo un asunto de las familias, pero es claro que no puede ser ajeno a un sistema educativo que tenga como objetivo primordial la formación de personas. El hecho que la transacción de la intimidad no se produzca en horas de clase ni se empleen los ordenadores y las conexiones a Internet de los centros de enseñanza no significa que no se deba hablar de ello en términos educativos. Sin dramatitzar, hace falta saber más sobre una problemática que existe y que está muy extendida.
Soy de la opinión que los profesores y profesoras hablan muy poco del uso que los alumnos hacen de Internet. El asunto del acceso a páginas pornográficas en los centros educativos y de cómo controlarlo era objeto tiempo atrás de un cierto nivel -limitado- de conversación y debate. En una parte de los centros públicos de Catalunya se habían instalado dispositivos para hacerlo posible. A menudo se mencionaba el concepto "de uso seguro de Internet", sobre todo en relación con el asunto del filtrado de contenidos, y se habían hecho campañas de divulgación sobre este tema.
Pero ahora es evidente que el concepto de seguridad en Internet ha adquirido una nueva dimensión y que se tendría que renovar y ampliar la conversación al respecto, porque la tecnología ha puesto el listón muy arriba, situándonos delante de una situación mucho más compleja y difícil. Sólo la podremos afrontar si entre todos (adolescentes y jóvenes, familias y profesorado, medios de comunicación, instituciones) somos capaces de hacer seriamente este debate.
Ferran Ruiz Tarragó
frtarrago@gmail.com
2 comentarios
elsemanal -
http://www.elsemanaldetarragona.com
Urbinaga -
http://nymag.com/news/features/27341/
El fenómeno es imparable.