El proyecto Baselga
Casi había olvidado que tenía un blog abierto. Durante cinco meses no he escrito ni una sola línea, por una combinación de falta de inspiración y de voluntad. Hoy, haciendo limpieza de diarios acumulados durante el verano, he encontrado un artículo del Magazine de La Vanguardia (18 de julio de 2010) que por analogía me parece relevante para nuestro mundo educativo y que me impulsa a hacer un nuevo post en Notas de opinión. Será corto y espero que inspirador.
En una entrevista del periodista Josep Corbella, el prestigioso oncólogo Josep Baselga explica como en su primera etapa en Nueva York, hace un cuarto de siglo, quedó sorprendido por la enorme distancia entre la ciencia y la clínica, por la distancia entre lo que se decía en relación a cómo curar el cáncer y la práctica real en los hospitales: "Mientras que por las noches hablábamos de cómo curaríamos el cáncer, por las mañanas se nos morían los pacientes." De ello surgió su idea de trasladar lo más rápidamente posible los avances científicos a la práctica con los enfermos, lo que le exigía hacer a la vez la doble carrera de médico y de investigador. Después de una década trabajando intensamente en estos dos frentes, el Dr. Baselga regresó a Barcelona para dirigir el servicio de oncología del Hospital Vall d’Hebron. El motivo, tal como explica en la entrevista, era que tenía su propia idea de cómo debía organizar un servicio de oncología en la era de la biología molecular para hacer llegar a los enfermos los avances en la investigación. Literalmente, la idea básica "consistía en conseguir que médicos de diferentes disciplinas trabajaran en equipo, en lugar de cada uno por su cuenta, para atender mejor a los pacientes. Algo tan elemental y, sin embargo, tan complicado. Conseguir que oncólogos, radiólogos, patólogos y cirujanos tuvieran un diálogo fluido. Que hospitales y compañías farmacéuticas, que son las que saben desarrollar los fármacos que necesitamos ... aprendieran a colaborar de una manera más eficiente para hacer avanzar las terapias."
En mi opinión, "el proyecto Baselga" integra y estructura una serie de elementos esenciales. Visión "utópica" de futuro (¡nada menos que curar el cáncer!), investigación y aplicación de nuevo conocimiento multidisciplinar, cooperación honesta entre especialistas, inversiones con un target preciso, by-pass de la burocracia, superación de rutinas y protocolos obsoletos, respeto a la persona y atención a su realidad específica, reestructuración de las relaciones profesionales, humanidad, profesionalidad y exigencia ética son seguramente unos keywords apropiados para caracterizar la esencia de su método.
Sin querer forzar la comparación entre la salud y la educación, pienso que "el proyecto Baselga" es el tipo de ejemplo que necesitamos en educación. Proporciona una metáfora de lo que debería inspirar una acción consistente de investigación y desarrollo (con "construcción de soluciones") en el campo educativo. Hablamos mucho de cómo mejorar y cambiar la educación en las conversaciones de sobremesa, en los medios de comunicación y en las publicaciones especializadas, pero tenemos mucha práctica descoordinada, sin objetivos y proyectos bien definidos. En general no sabemos plantear procesos cooperativos con masa crítica a medio plazo, estructurados en base a las aportaciones de la investigación más actual en diversos campos de experiencia, procesos en los que a la vez aporte, genere y aplique nuevo conocimiento relevante. Hacemos investigación educativa pero sufrimos de una crónica incapacidad de llevar a nuestro día a día los avances en ciencia y psicología cognitivas, en modelos de organización y de gestión, en sistemas de información, en liderazgo, en diseño y ergonomía, en motivación y participación, entre otros. O somos investigadores y profesionales (digo profesionales para que esto no es un asunto exclusivo del profesorado sino también afecta intensamente a los directivos y administradores de la educación) o sólo continuaremos haciendo más de lo mismo, sin avanzar a fondo en la resolución de los problemas fundamentales de la educación y en la mejor satisfacción de las necesidades humanas.
¿Y qué objetivo justifica este enorme esfuerzo? Simplemente, ningún otro que educar y atender a los alumnos como personas mucho mejor que ahora. Por responsabilidad, por deontología y por el legítimo gozo de hacer bien el trabajo que tenemos que hacer.
Ferran Ruiz Tarragó
3 comentarios
Enrique Garcia -
Pero además el post es inspirador porque los comentarios también tienen su aportación a la reflexión necesaria de lo que ocurre en el ámbito educativo.
pedro sarmiento -
Trabajo con un grupo de docentes altamente motivados que combinan muy bien la realidad con la utopía: saben que se podría hacer mejor, pero también saben que ellos están dando lo mejor de sí para intentarlo. Veo que luchan contra obstáculos, y que dentro de un orden eso les parece lo normal: la modestia es un ingrediente habitual en este tipo de personas. Lo que me parece menos normal es que la propia naturaleza de la cultura escolar en su conjunto sea un freno a la innovación, mientras no se demuestre lo contrario. En ese sentido, se produce la paradoja de que en educación sería deseable contar con iniciativas de equipos, pero por el contrario el sistema te dice que si esperas a formar un equipo puedes perder la energía en el intento.
Por eso creo en crear redes que suman la innovación de grupos de personas que no tienen por qué estar en el mismo centro, ni ciudad. Este tipo de red refuerza el trabajo de una persona aunque esté perdida en un pueblo de alta montaña de una forma que no la refuerza ninguna subvención, premio o sexenio.
Los médicos, por cierto, disponen de algunas de las redes más potentes y hoy en día la medicina basada en la evidencia es una red internacional con un poder de avance inimaginable hace pocas décadas.
Francisco -
Espero que no estés oros 5 meses sin publicar.